EL CLIENTE Y EL ARQUITECTO, ¿FELICES PARA SIEMPRE?
Diego y Karen iban retrasados a la cita. Enviaron un mensaje al Arquitecto Bruno para avisarle que llegarían media hora tarde. No fueron treinta, sino cincuenta minutos después que llegaron a su casa en construcción, que estaba a unas semanas de terminarse. Bruno sabía que sus clientes no eran puntuales, así que aprovechó el tiempo para revisar pendientes de la obra.