En nuestros tiempos, cada vez es más complejo tener tiempo para todo debido al constante aceleramiento social, dado por la misma inmediatez de los medios de información, redes sociales, plataformas digitales de comunicación, e incluso los mismos medios de transporte y sus vías; la forma de consumo en plataformas, que para hacer el súper ya solo bastan unos minutos en alguna aplicación, y hasta las operaciones inmobiliarias que ya comienzan a prescindir de la necesidad de contar con la presencia física de los involucrados. Y sin embargo, los días parecen más cortos, en lugar de que al aprovechar todos estos recursos sobrara tiempo, la realidad nos dice lo contrario.

Hace algunos años leí un libro muy famoso sobre autosuperación llamado “Piensa y hazte rico”. Como nos ha pasado a muchos de nosotros, quedé defraudado con este tipo de libros. Tal vez no lo entendí bien. Para mí no era posible que un libro sin conclusión clara, sin bases científicas o ciertas, sin soportes que ofrezcan evidencia, pudiera asegurar que tiene la fórmula definitiva de la riqueza.
Decidí buscar libros que me dieran más claridad sobre este concepto, un patrón o una base probada, que me proporcionara evidencia de por qué tantas personas insisten en tener la clave del éxito. Una parte de mi quería desacreditar a esos libros de autosuperación que no son más que basura. ¿Cómo hacen miles de charlatanes para engañar y que tantas personas caigan tan fácilmente en sus redes?

Existen en nuestra vida un sinfín de metas y propósitos que nos hemos planteado y que en más de alguna ocasión no cumplimos. En esta época del año, los propósitos de año nuevo toman una importancia cultural sumamente relevante, ya que es cuando nuestra mente y nuestro espíritu están más dispuestos a generar cambios radicales: dejar de fumar, hacer ejercicio, bajar de peso, mejorar calificaciones, eliminar deudas, hacer una revisión médica, entre tantos otros propósitos que nos podríamos plantear en cualquier momento de nuestra vida.