La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) recomienda una ingesta de 400 g (5- 7 porciones) de fruta y verdura cada día para mantener el cuerpo y la mente saludables. Siendo sinceros, casi nadie logra consumir estas cantidades de vegetales diariamente, la buena noticia es que con un solo jugo de verduras, podríamos lograr consumir las porciones indicadas de verdura, o al menos acercarnos a ellas.
Lo anterior no quiere decir que después del jugo ya no vamos a consumir más verdura, al contrario, entre más se consuma es mucho mejor para la salud y bienestar integral de nuestro organismo.
Los jugos de verduras nos nutren de forma celular, son una inyección de nutrientes que le aportamos a nuestro organismo y que hacen que este trabaje a su máxima potencia, haciéndonos sentir mejor. Los vegetales de hoja verde son de alta densidad nutricional, al consumirlos regularmente, estamos dándole a nuestro cuerpo todas las armas necesarias para fortalecer nuestro sistema inmunológico y aportarnos muchísima energía cada día.
Otro beneficio maravilloso que acompaña el consumo regular de jugos de verduras lo veremos reflejado en la piel, y a pesar de que envejecer es normal y natural, hay factores que aceleran o hacen más lento el proceso. Los jugos al ser poderosos antioxidantes, ayudan a nuestras células a mantenerse sanas y combaten los radicales libres, además fortalecen el cabello y hacen que nuestras uñas sean más fuertes.
La gran cantidad de nutrientes que nos aportan, nos ayudará a despertar cada mañana sin la necesidad de tomar un café o alguna otra bebida estimulante. Al ingerir jugos de verduras, el cuerpo no gasta energía en digerirlos porque es líquido y no contiene fibra insoluble, es por esto que los nutrientes pasan directo a las células y proporcionan una sensación de energía y bienestar instantáneos.
Además, pueden ayudarnos a regular o perder peso, ya que cuando acostumbramos a nuestro cuerpo a recibir tantos nutrientes, nos empezamos a sentir mejor cada día, y comenzamos a desear más alimentos saludables. De esta forma, nos alejaremos naturalmente de los alimentos chatarra y altamente procesados y nuestro organismo empezará a rechazar lo que no le cae bien de forma orgánica.